martes, 11 de diciembre de 2007

Testimonios con Guitarra



1983 Concierto en el Hospital


Monteagudo-Chuquisaca.


El Doctor Apodaca tocó la puerta de mi habitación del alojamiento diciendo:


-Querido Lucho este bloqueo de caminos ha de ser largo y no podrás volver a Sucre ni continuar a Camiri- Vengo a pedirte que les regales unas canciones a los internos del hospital- Invitación que acepté con gusto.
A las 10 de la mañana tomamos camino. La amena charla no me permitió leer el gran letrero de entrada al hospital. Solo cuando llegué al salón donde esperaban los pacientes pude darme cuenta que se trataba del “Hospital Dermatológico de Monteagudo” comúnmente llamado “Leprosario”. Ahí estaba yo en medio de ese público tan particular que batía palmas en cada cueca, en cada bailecito, en cada morenada. En hora y media agoté las canciones más festivas para estar a la altura del entusiasmo de los enfermos que seguían el ritmo “Con las manos pla pla pla con los tacos tap tap tap Viva la fiesta”. Al final, y a la orden del médico de trasladarse al patio para tomarnos fotografías mi entusiasmado público desocupaba la sala cubriendo sus rostros del sol de medio día. El último paciente en salir me extiende la mano agradecido, yo estrecho la suya emocionado, luego me di cuenta que había estrechado la mano a un enfermo de lepra. Avergonzado y silencioso sentí terror. El director del hospital me lleva a las oficinas, la hermana religiosa y enfermera nos invita unos bocaditos de picadillo con galleta que metían la lepra por mi garganta contagiándome todo el cuerpo mientras me contaba del infortunio de los chiriguanos ava sometidos a nivel de esclavos por los terratenientes de la región.


De vuelta al alojamiento, hice toda la ceremonia de higiene para esperar el regreso del doctor a su domicilio y consultarle sobre el contagio de la lepra. El galeno me toma la mano como un Angel diciéndome que la lepra no es contagiosa, que era mejor hablar de la juventud, de las religiosas enfermeras, de Huacareta, de Muyupampa, del Ingre, del gringo Benito Heally que escribió el desaparecido libro “Caciques y Patrones” excelente tesis que denuncia con iniciales a los terratenientes esclavizadotes quienes valiéndose de influencias políticas de la dictadura, obtuvieron tierras esquivando la reforma agraria. Allá, en esas tierras que hoy son el centro del país compuse esta canción como un homenaje a nuestros compatriotas chiriguanos Ava.




Los Chirigüanos del sur

Yo vi allá en el sur la mano amiga
Esa mano callosa chirigüana
Y las negras trenzas de la Juana
Pariendo un nuevo peón para la estancia.

Yo vi la pobre choza allá en los cerros
La fuente de maíz y de cumanda
Y bajo la mirada del que manda
Sentir el odio vertical como los perros.

Ayayayay cómo me duele
Saber que allá en el sur hay estas cosas.

Yo vi al Chirigüano en largo aliento
Ganarle a la luz de madrugada
Y al final terminada la jornada
Mirarse repartido a cuatro vientos.

Yo vi a la chirigüana adolescente
Un domingo, vestida de paloma
Y mezclarse la dulzura de su aroma
Con el agrio sudor terrateniente.



Ayayayay cómo me duele
Saber que allá en el sur hay estas cosas.